
La técnica, la sociedad del riesgo y el principio
precautorio El concepto sociedad del riesgo, ampliamente definido por Ulrich
Beck, se basa en la constatación de que, en las sociedades actuales, la
producción social de riqueza va acompañada sistemáticamente por una creciente
producción social del riesgo. En las sociedades contemporáneas, una proporción
bastante elevada de estos «riesgos» está directamente relacionada con la
tecnología y el sistema productivo, y se caracteriza porque trata de riesgos
difícilmente detectables por los sentidos humanos. La contaminación química, la
modificación genética de organismos o los efectos del cambio climático son
algunos ejemplos de nuevos riesgos ambientales que se vienen a sumar a las
terribles consecuencias provocadas por la contaminación industrial en las
últimas décadas del siglo XX. La percepción de la crisis ecológica: El estado
del medio ambiente ocupa, desde hace años, un lugar visible en la lista de
asuntos de interés para la opinión pública. Las cuestiones ambientales «han
dejado de ser materia de preocupación casi exclusiva de grupos minoritarios más
o menos radicales, para convertirse en problemas de importancia general»
(Garcia Ferrando, 1991: 176). La preocupación por el medio ambiente se sitúa
sólo después del desempleo y el orden público, y en niveles similares a las
cuestiones relativas a la desigualdad social. Chernobyl (Ucrania), Accidente
nuclear Población afectada 5.500.000 personas. “El sarcófago nuclear” (Julien
Behal). Imagen extraída del Blacksmith Institute Sin embargo, el análisis no
sería completo si no añadiéramos a la lista de riesgos, el peligro latente de
ruptura social que la globalización y los nuevos procesos de transformación
económica están provocando en el seno de nuestra sociedad. La progresión y el
aumento de estos nuevos riesgos está teniendo consecuencias políticas claras.
Un primer efecto directo consistiría en la implementación, por parte de los
gobiernos, de políticas orientadas al control y a la reducción de los riesgos.
Sin embargo, no cabe descartar un segundo efecto, de mayor calado que el
primero, que está directamente relacionado con el fracaso de dichas políticas
de control y con la opacidad informativa que, generalmente, practican los
gobiernos y que, forzosamente, conduce a la deslegitimación de las
instituciones públicas. Por lo tanto, es plausible afirmar que la sociedad del
riesgo se origina allí donde los sistemas normativos y las instituciones
sociales fracasan a la hora de conseguir la necesaria seguridad ante los
peligros desencadenados por la toma de decisiones. Toda decisión debe guardar
un escrupuloso equilibrio entre los beneficios devengados y los posibles
riesgos y, por supuesto, debe incluir suficientes garantías de seguridad y de
transparencia para evitar que ésta sea refutada públicamente. A modo de
ejemplo, la decisión de alejar el Prestige de las costas gallegas (noviembre de
2002), fue un tremendo error, no sólo por su improvisación, sino, sobre todo,
por el incumplimiento de las precauciones mínimas de seguridad y por la
opacidad en la acción de gobierno, y tuvo como consecuencia el mayor desastre
natural que ha sufrido la costa española a lo largo de este siglo. La
percepción de los riesgos sobre la salud: En las sociedades occidentales,
existe una clara percepción de peligro sobre aquellos riesgos que afectan
directamente a la salud de las personas y que, en los últimos tiempos, se ha
incrementado preocupantemente como consecuencia de los desastres, los escándalos
y los nuevos riesgos ambientales que amenazan a la salud pública. La enfermedad
de las «vacas locas», las dioxinas o los preocupantes niveles de mercurio que
contiene el pescado que consumimos, son realidades que contribuyen a que la
sociedad interiorice una sensación de inseguridad ambiental y de incertidumbre
cotidiana cada vez más amplia, que, paradójicamente, es una consecuencia no
deseada del modelo productivo y cuyo origen se encuentra en la aplicación de
tecnologías poco respetuosas con el medio natural y en la nula ética social de
determinadas decisiones empresariales. Los nuevos riesgos laborales
(desregularización y precarización): Sin embargo, la sociedad del riesgo no
únicamente está relacionada con los aspectos ecológicos, biotecnológicos o
alimentarios, sino que también mantiene una estrecha relación con los riesgos
laborales, que, históricamente, han estado muy relacionados con la salud
laboral y con el grado de accidentalidad dentro del espacio de trabajo. Durante
la primera industrialización (siglo XIX y primer tercio del siglo XX), existe
una clara percepción social que considera que el riesgo laboral es un hecho
inevitable y atribuible casi en exclusiva al trabajador, que es señalado como
el principal responsable de su salud y seguridad laboral. A lo largo de este
periodo, trabajo y riesgo no parecen estar relacionados y los accidentes sólo
son atribuidos a la fatalidad o a la temeridad de los obreros. La precarización
como nuevo riesgo laboral: El concepto precarización aplicado al ámbito laboral
es un término que suele referirse a la creciente importancia del empleo
temporal en el conjunto del empleo asalariado. Y aunque su interpretación es
muy amplia, puede definirse como un proceso genérico de degradación de las
condiciones sociolaborales. En este sentido, la observancia de los fenómenos
sociales dentro del campo laboral parece evidenciar que existe un claro
paralelismo entre estabilidad laboral y buenas condiciones socioeconómicas,
mientras que la temporalidad se corresponde, generalmente, con la pérdida de
expectativas laborales, menor retribución, escasas posibilidades de promoción y
un mayor riesgo de accidentalidad laboral. En otras palabras, la temporalidad
en el trabajo lleva aparejada, generalmente, una degradación de las condiciones
laborales propia de la contratación indefinida, sin que medie entre ambos
diferencias notables de cualificación o experiencia en el trabajo. Principales
estrategias ecoproductivas: El rápido desarrollo tecnológico y científico de
las últimas décadas, ha provocado un intenso proceso de crecimiento económico
del capitalismo, que, paralelamente, ha propiciado la aparición de nuevas
formas de concienciación y de percepción social del riesgo ante los numerosos
daños que el sistema productivo está provocando a nuestro planeta. Los grandes
grupos empresariales, conscientes de esta realidad, no han tardado mucho en
elaborar nuevas estrategias tendentes a mejorar su imagen y a disminuir el
impacto de su actividad sobre el medio natural.
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